31 de julio - 64.3 km.
La mañana se puede resumir en sueño, frio, bar tenebroso, mesoneros propensos al suicidio, dolores de culo varios y "La Pedraja", un puerto para cagarse por la pata abajo. Tras un almuerzo poderoso donde descartamos el chorizo con bacón decantandonos por el clásico jamón tumaca, comenzamos el ascenso por ese fakin ´pedregal y tras una hora de sudores frios comenzamos la bajada por el otro lado del pedregal y llego el momento de presentar en Burgos la Gravesinha.
Atención!! Sangre: Corder nos pregunta si la sangre es nuestra, pero no, era de su rodilla. Corder tira de repertorio y tras un alocado esprint hacia la siguiente fuente apunto esta de atropellar a unos peregrinos guiris caminantes.
Tras una parada de suturas continuamos hacia Atapuerca donde Corder sigue adelante sin vernos y acaba en el pueblo siguiente y cada uno a comer a su ritmo. Tras la comida Corder se dirige a Burgos, tras comprender que el único edificio de su pueblo que no estaba en ruinas era el bar, que habia bajado la media de edad 30 años, que no habia cobertura y solo habia revistas de coches y de tetas, y alguna con las dos a la vez. Entretanto David y Andrés se enfrentaban a los escalones de subida y bajada entre Atapacuerca y Burgos, con desenlace feliz en el deplorable albergue de Burgos donde suturarón a Corder los chicos de protección civil.
La mañana se puede resumir en sueño, frio, bar tenebroso, mesoneros propensos al suicidio, dolores de culo varios y "La Pedraja", un puerto para cagarse por la pata abajo. Tras un almuerzo poderoso donde descartamos el chorizo con bacón decantandonos por el clásico jamón tumaca, comenzamos el ascenso por ese fakin ´pedregal y tras una hora de sudores frios comenzamos la bajada por el otro lado del pedregal y llego el momento de presentar en Burgos la Gravesinha.
Atención!! Sangre: Corder nos pregunta si la sangre es nuestra, pero no, era de su rodilla. Corder tira de repertorio y tras un alocado esprint hacia la siguiente fuente apunto esta de atropellar a unos peregrinos guiris caminantes.
Tras una parada de suturas continuamos hacia Atapuerca donde Corder sigue adelante sin vernos y acaba en el pueblo siguiente y cada uno a comer a su ritmo. Tras la comida Corder se dirige a Burgos, tras comprender que el único edificio de su pueblo que no estaba en ruinas era el bar, que habia bajado la media de edad 30 años, que no habia cobertura y solo habia revistas de coches y de tetas, y alguna con las dos a la vez. Entretanto David y Andrés se enfrentaban a los escalones de subida y bajada entre Atapacuerca y Burgos, con desenlace feliz en el deplorable albergue de Burgos donde suturarón a Corder los chicos de protección civil.
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